LAVANDO A LA LUZ DE LA LUNA
Cuando los lavaderos se dejaban arropar por la obscuridad de la noche, su apariencia podía ser verdaderamente escalofriante, pues en el sitio existía hace muchos años una nopalera cuenta uno de los vecinos- que entre las sombras creaba un ambiente con cierto toque terrorífico.
Había noches en que la gente que habitaba las casas que le rodean, escuchaban el ruido propio de alguien que está lavando, escuchaban el agua correr y fugarse en un recorrido casi fantasmal; quien estuviera lavando, amparada por la luz de la luna sacudía las prendas que tallaba arduamente, y usando seguramente la nopalera, tendía sus ropas sobre ella para que la brisa nocturna la secara, sin embargo, cuando los vecinos decidían salir a observar quien se encontraba lavando a esas horas de la noche, encontraban por única respuesta el murmullo del viento, pues no hallaban absolutamente a nadie.
En otra ocasión, según nos relata la Sra. Narcisa Sánchez , eran como las seis de la mañana y nos disponíamos a lavar, pero apenas veníamos hacia los lavaderos y vimos a una muchacha vestida de blanco que se dirigía como a lavar , pero nos dio mucho miedo cuando , quien sabe cómo, se fue como desapareciendo, no supimos quién era o qué era pero nos causo mucho miedo.
La urbanización ha ahuyentado a estas almas, seres o extraños visitantes que acudían por las noches a hacer uso de los lavaderos públicos, quizá ahora lo hagan en algún otro punto de la ciudad ... quizá.
Anécdota contada por la Sra. Narcisa Sánchez
Redacción: Omar González
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